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Paladares exquisitos
La gastronomía ovetense enlaza con una tradición de la que se conservan buenos exponentes elaborados con ingredientes escogidos


La riqueza gastronómica de Oviedo salta a la vista sólo con visitar algunos de sus establecimientos más populares. La situación de la ciudad, en el centro de la región, cercana a los montes, hace que en sus mercados entren cada mañana las mercancías más frescas, destinadas a servir como ingredientes a las especialidades culinarias que se siguen elaborando según dictan las recetas tradicionales.

En la mayoría de los restaurantes nunca falta la fabada, elaborada con las grandes y finas fabes de la granja, acompañadas por sabrosos embutidos. Los pescados de las frías aguas cantábricas y las carnes rojas, procedentes del ganado que se cría en los pastos de montaña, también merecen la pena a la hora del almuerzo o la cena. El rape, conocido como pixín, o la merluza a la sidra forman parte del elenco de platos, al que también se une el pote de berzas, siempre cocinado a fuego lento con la mejor materia prima.


El principal acontecimiento culinario de la ciudad sigue siendo, sin duda, la fiesta del Desarme, que cita en los locales de la capital a miles de ovetenses dispuestos a saborear un menú compuesto por garbanzos con bacalao y espinacas, callos y dulces típicos, como las casadielles, el arroz con leche o los frixuelos.

Igualmente es muy típico el pote d'Antroxu, que se toma el Martes de Carnaval. Se acompaña de picadillo y frixuelos o casadielles como postre. En los últimos años también han cobrado auge las sidrerías, que, dentro del casco urbano o en las afueras, reciben cada día gran afluencia de público, deseoso de degustar platos típicos acompañados por la mejor sidra natural de manzanas asturianas.

Los clásicos pinchos de tortilla, el queso de Cabrales, los chorizos a la sidra, los fritos de pixín, la empanada, las sardinas, los percebes o los oricios son algunos de los manjares que es posible probar en estos locales, que han ido adaptándose a los nuevos tiempos, mejorando notablemente unas instalaciones que hoy resultan de lo más acogedor.


También la cocina internacional, de países como Italia, China, México, Argentina, Francia o Estados Unidos tiene un puesto de honor en la capital, donde la oferta de restaurantes es tan amplia que resulta díficil elegir.

Los fogones ovetenses tampoco se quedan a la zaga cuando llega la hora de la merienda. Dulces como los carbayones o los moscovitas -galletas de almendra y nata bañadas en chocolate- pueden poner el broche de oro a cualquier tarde tras unlargo paseo por las hermosas calles de la ciudad. Las raciones abundantes y los precios inferiores a los de otros puntos de la geografía asturiana son algunos de los rasgos destacados por los turistas, que no pueden evitar miradas llenas de curiosidad a los escanciadores que sirven la sidra con maestría, en los tradicionales vasos anchos de vidrio muy fino.

Los quesos artesanos también constituyen un postre ideal. Desde el mencionado de Cabrales, hasta los de Peñamellera o Gamonedo, sin olvidar las variedades de Pría o Casín, llamado así por elaborarse a partir de leche de vacas casinas

Las piezas de caza, procedentes de los bosques astures, como el jabalí o el corzo, cuentan con merecida fama en la capital del Principado. Por otra parte muchos locales organizan en diversas épocas del año jornadas destinadas a dar a conocer algún producto de los muchos que atesora una cocina que, sin duda, es una de las más extensas y sabrosas de todo el territorio español.


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