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Esculturas integradas

En los últimos años, las calles de la capital se han configurado como verdaderos museos abiertos a la incesante curiosidad de los ojos que buscan la belleza.

Fernando Botero, Manolo Linares, Fávila, Úrculo, Urrusti .... son sólo algunos de los nombres de los artistas que han dejado su impronta por las calles de la ciudad, a través de unas obras que se han integrado plenamente en la misma.

No resulta descabellado hablar de la ruta de las esculturas, que se inicia en Buenavista, donde se encuentra la efigie de Santa Eulalia de Mérida, patrona de Oviedo, y llega hasta puntos como Otero, donde Urrusti ha dejado constancia de su arte en la imagen de San Mateo, ubicada en la plaza que lleva su nombre.

La grandiosa "Maternidad" de Otero, reina y señora de la Plaza de la Escandalera, supone una de las últimas muestras de una tendencia que siempre ha tenido en Oviedo una larga tradición secular. El viajero de Úrculo, siempre dispuesto a partir desde la remozada Plaza de Porlier, es otra de las preferidas por los ovetenses y visitantes, que la fotografían una y otra vez.


Asturias y sus costumbres tienen una constante presencia en muchas de las obras que se encuentran entre los muros ovetenses. "Las vendedoras del Fontán", de Favila, conforman una de las principales muestras, a las que ya se une el grupo escultórico "La lechera", de Manolo Linares, colocada en la Plaza de Trascorrales, y con el que el artista quiere rendir homenaje a las mujeres que llegaban a Oviedo cada día para vender su mercancía "y a todos los que sin ser reconocidos han contribuido al desarrollo de Asturias".

Por su parte, el escultor mierense José Antonio García Prieto, Llonguera , ha donado al Ayuntamiento la obra "El vendedor de pescado", tallada en escayola para bronce, con la condición de que el municipio sufrague los gastos de su fundición. Ya fundida, está ubicada en la Plaza de Trascorrales, en la entrada principal de la que fué antigua Plaza del Pescado.

Las esculturas conviven en armonía en un entorno que ha sido notablemente reformado en los últimos años. La peatonalización de numerosas calles y la colocación de elementos como farolas, bancos y nuevos pavimentos contribuyen a crear un ambiente que hace de Oviedo una ciudad ideal para pasear.

Pocos resisten la tentación de perderse unas horas por las calles que Clarín describe en los bellos pasajes de La regenta y que también sirvieron de marco a las aventuras de Tigre Juan, de Pérez de Ayala.

El Fontán es otro de los rincones emblemáticos de Oviedo que pronto será rehabilitado, de este modo se recuperará un área bastante deteriorada por el paso del tiempo, aunque no por ello con menos encanto.


Por otra parte, la recuperación de más de setecientas fachadas, con una inversión municipal que supera los 1.000 millones de pesetas, ha permitido a los ovetenses redescubrir un patrimonio que se encontraba semienterrado bajo las huellas de la vejez. Los edificios modernistas de principios de siglo rivalizan ahora en belleza con las elegantes galerías acristaladas o los hermosos balcones de madera.

Oviedo ha recobrado el brillo de sus estupendas fachadas, una vez superados los recelos iniciales, que tampoco faltaron en este proceso. La idea consistió en lograr convenios con los propietarios de los edificios del casco antiguo para que pagaran el arreglo de las techumbres a cambio de rehabilitación y pintura gratuitas. Los vecinos fueron aceptando, y hoy las calles presentan un aspecto totalmente distinto.

De este modo, la tradición y la modernidad se han reconciliado para bien de todos los ovetenses y de los turistas, que quedan prendados de la solera y prestancia de unos edificios que se han hecho una cirugía estética de lujo, digna de los mejores profesionales.





Fotografías : (c) Angel Cabiedes
Marzo 1997

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