Si Ribadesella no tuviera otros atractivos, sería igualmente conocida en el mundo gracias al Descenso del Sella, la Fiesta de las Piraguas de Asturias. Esta insólita fiesta folklórico-deportiva,declarada de Interés Turístico Internacional, es la más importante del verano asturiano, tanto por su espectacularidad como por la enorme afluencia de público.

La espectacularidad la pone el magnífico marco geográfico donde se desarrolla, el río Sella, la ría, los Campos de Ova y la villa riosellana. Las gráciles piraguas bajando el río y la muchedumbre siguiendolas por tren y carretera forman un espectáculo verdaderamente cautivador, un torbellino de sonidos y colores en movimiento

Todo comenzó en 1929 con una excursión en piragua de lona de Dionisio de la Huerta y un amigo por el río Piloña, afluente de Sella. En el verano de 1930, con un compañero más bajaron el Sella desde Arriondas a Ribadesella muy despacio, saboreando el paisaje de río, la sombra fresca de los avellanos y las leyendas de xanas, trasgos y tritones mitológicos que tanto gustaban a Dionisio, auténtico padre y fundador del Descenso.
Siguieron cada año repitiendo la excursión, pero empezaron a disputar entre ellos y a ser jaleados por sus amigos desde la carretera. Dionisio no quería competir sino pasear y venerar al río, y gracias a su actitud aquello no se convirtió en una simple carrera, sino que nació la fantástica doble personalidad de Descenso, la lucha deportiva y la exaltación festiva de la naturaleza. Unos luchan por el triunfo, otros se dejan llevar y los demás miran, acompañan y se divierten.

El descenso y la fiesta crecieron en los años 40 y 50 y llegaron a su plenitud ya en los 60, con un alto nivel deportivo internacional y con un aparato folklórico singular. En esos años quedó fijada la liturgia de la fiesta, el desfile, los coriquinos, la salida en verso, don Pelayo, Pialla, la cohorte de Tritones y la vestimenta de chaleco, montera y collar de papel, así como la romería en los Campos de Ova y la verbena repartida por los rincones de la villa.

La fiesta comienza a primeras horas de la mañana, cuando salen hacia Arriondas los trenes fluviales desde Ribadesella y Oviedo abarrotados de gente para ver la salida. A las once comienza por las calles de esta localidad uno de los momentos más atractivos de la jornada, un desfile alegre y multitudinario de selleros disfrazados o sin disfraz, caminando o a bordo de todo tipo de artilugios rodantes que pretenden seguir la carrera hasta Ribadesella. Es un verdadero río humano que se dirige al puente sobre el río Sella, donde los piragüistas esperan impacientes. Tras los versos rituales de salida "Guarde el publico silencio, y escuche nuestra palabra...." que leyó Dionisio de la Huerta hasta su fallecimiento en 1995, a las doce en punto se ordena la salida.
Es el momento culminante, el más esperado por el público junto con la llegada. El ambiente se electriza de forma instantánea bajo el estruendo de mil piraguas lanzándose juntas al río. El fragor y la tensión se apoderan de los que quieren navegar y de quienes los contemplan, queriéndolo ver todo a la vez. Los golpes de las paladas ansiosas, el batir de la espuma, el rodar de los cantos y el griterío infernal que se eleva sobre el valle apenas dejan escuchar los últimos versos de pregón; "Pero corramos al tren, vamos a la caravana, todos a Ribadesella, para presenciar quien gana".
A partir de aquí comienzan dos carreras distintas, la puramente deportiva, que pondrá a prueba la fortaleza y la astucia de los piragüistas para sortear las sequeras del río castigado por el estío, y la alegre carrera folklórica de los remeros, que intentaran llegar a Ribadesella antes que los palistas. En la línea de meta se aguarda con expectación. La megafonía avisa de que viene destacados los ingleses o los sudafricanos, o que hay lucha cerrada entre los portugueses y los asturianos...
Por la última curva aparecen los primeros, que reman desaforadamente para cubrir los últimos quinientos metros a la vista ya del publico, al que se suman con el tiempo justo los que llegan en el tren fluvial y en la caravana de automóviles. Cincuenta mil gargantas aclaman a los vencedores, cuyos nombres serán grabados en el monolito del puente riosellano.

Siguiendo también la tradición inaugurada por Dionisio y por los pioneros del Sella, los piragüistas y los romeros se desplazan en masa por tren o carretera hasta los Campos de Ova, a tres kilómetros de la villa, donde se celebra una multitudinaria comida campestre, se duerme la siesta bajo los chopos, se contempla a los grupos folklóricos, se baila un poco y se les entregan los trofeos a los campeones de todas las categorías.

De vuelta a Ribadesella la fiesta continúa hasta el amanecer por los "chiringuitos" que copan todos los rincones de la villa. Hasta el último minuto de esta fiesta increíble estará vigente la sabia consigna que le dio tan singular carácter de libertad, desenfado y tolerancia;
Diviértete y deja que los demás se diviertan.

www.ribadesella.com
Fuente :
Folleto del Ayuntamiento de Ribadesella (Fomento de Turismo de Ribadesella)
Principado de Asturias - Consejería de Economía