EL CLIMA DE ASTURIAS - LA ARIDEZ


EL BALANCE HIDRICO Y LA ARIDEZ

Las lluvias constituyen el único aporte de agua de importancia para la vegetación. Una fracción importante de este volumen de agua es utilizada por las plantas y devuelta a la atmósfera por evaporación y transpiración. Ambos procesos se denominan conjuntamente como evapotranspiración (ET). La evapotranspiración no sólo desempeña un papel en el balance hídrico sino también en las temperaturas, ya que la energía implicada en el proceso es muy alta, consecuencia del alto valor del calor de vaporización del agua. De aquí, la sensación de frescor al introducirnos en un bosque durante un día cálido de verano.

Se habla de aridez cuando la vegetación no dispone de agua suficiente para mantenerse en su situación óptima. Para evaluar estas situaciones suele compararse la disponibilidad de agua con la evapotranspiración potencial (ET de una capa de vegetación en equilibrio con el medio y con una disponibilidad de agua no limitada), estimada mediante fórmulas contrastadas experimentalmente.

El clima en Asturias, a pesar de ser lluvioso y moderado en sus temperaturas, presenta regularmente situaciones de aridez, al menos en las estaciones de baja altitud. El déficit hídrico siempre es estival, coincidiendo con la época de menos lluvias y temperaturas más altas y tiene una duración máxima de tres meses (julio a septiembre). Finaliza con las lluvias otoñales, que recargan rápidamente la reserva en el suelo, llegando a saturarlo hasta el verano siguiente. Esta situación se refleja en el balance hídrico medio para Cangas de Onís (ver figura)

Balance hídrico

Aunque los valores medios son relativamente moderados, el déficit hídrico se presenta en algunas localidades con una frecuencia bastante elevada para lo que cabría esperar en Asturias: en Gijón, en el 22% de los meses existe aridez, y en el 11% el déficit es severo, de más de 50 I/m2.

Las situaciones de sequía tienen diferentes orígenes en las zonas litorales y en las del interior. En la costa se deben más bien al menor aporte de precipitaciones, mientras que en los valles interiores se deben a un régimen térmico más severo, con temperaturas máximas elevadas que provocan altos valores de evapotranspiración. En la montaña, la aridez se hace menos frecuente debido al efecto conjunto de la elevación de las precipitaciones y el descenso de las temperaturas. En Leitariegos sólo se han presentado 3 veranos con 2 meses áridos consecutivos en los últimos 20 años y sólo un mes con déficit superior a los 75 I/m2 (agosto de 1981). La comparación con Proaza es significativa: aquí se presentan dos meses secos consecutivos todos los veranos (salvo en 1983, especialmente lluvioso) y el 14% de los meses presentan déficit superior a los 75 I/m2.

La presencia de déficit estival en Asturias podría sugerir que la separación de climas oceánicos y mediterráneos basándose en este criterio es poco apropiada, pero todo es cuestión de medida: aunque el análisis a partir de los elementos del balance hídrico indique la existencia más o menos frecuente de aridez, ésta sigue teniendo una magnitud mucho menor que la observada en las estaciones realmente mediterráneas.