EL CLIMA DE ASTURIAS - LAS TEMPERATURAS


LAS TEMPERATURAS

El régimen térmico de una zona depende de varios factores pero el primario es, sin duda, la radiación solar que recibe. La latitud de Asturias, cercana a los 45º N implica una fuerte estacionalidad en la radiación, ya que la duración de los días es muy variable. Esta circunstancia se manifiesta en las horas de sol recibidas mensualmente: en el Observatorio de Oviedo varían desde las 171 horas en julio hasta las 101 de diciembre. La trayectoria más alta del sol en el verano hace que, a efectos de radiación solar, los contrastes sean aún más fuertes: la radiación solar global alcanza los 1756 J/(m2.día) en junio y desciende hasta los 454 en diciembre.

En función de estos datos cabe esperar que las temperaturas en Asturias sigan una pauta similar a la radiación. Se observan, sin embargo, dos cuestiones de interés: la primera es que la fluctuación térmica es menor que la correspondiente de radiación. En Oviedo, el cociente entre los valores máximos y mínimos mensuales de radiación solar es de 3.9, mientras el de temperaturas medias es de 2.5 (máxima de 18.7º C en agosto y mínima de 7.4 en enero). La segunda es que tanto el máximo como el mínimo están desplazados, al menos, un mes con respecto a los de radiación solar.

El origen de ambos fenómenos es el mismo y reside en la presencia y proximidad del mar, que actúa como un enorme depósito de calor, capaz de absorberlo y cederlo a las capas bajas de la atmósfera. El papel del mar en este aspecto es mucho más importante que el del suelo debido a su capacidad calorífica, unas 5.6 veces mayor. Esto significa que el mar cede calor en las épocas más frías y lo absorbe en las más cálidas, amortiguando las fluctuaciones de temperatura de tal forma que, probablemente, la costa cantábrica tiene el régimen térmico más templado de Europa: las diferencias entre las temperaturas medias del mes más cálido y más frío del año no superan los 10º C en las estaciones litorales: 8.9 en Llanes, 10.0 en Gijón, 9.2 en Cabo Peñas, 9.3 en el Aeropuerto de Asturias, 8.8 en Barcia de Luarca.

Asturias, por tanto, tiene un clima típicamente oceánico, donde los contrastes de temperaturas siempre son moderados, especialmente en la costa. Hacia el interior los contrastes aumentan, tanto en los valles interiores como en la montaña, pero sin llegar nunca a los extremos observables en las localidades continentales de la montaña leonesa o de la meseta. La degradación de la influencia oceánica es notable en los valles interiores, donde Proaza alcanza los 12.4º C de amplitud térmica, seguida de los 11.7 de Moreda y 11.8 de Grado. En la montaña, los valores son comparables a éstos, con rangos de 10.9º C en Moal y 10.5 en Leitariegos.

Mapas de temperaturas

En la montaña, a la degradación de la influencia oceánica se suma el efecto de la altitud. Como ya se ha comentado anteriormente, se observa con las temperaturas un efecto similar, aunque invertido, al de las precipitaciones: existe una fuerte relación con la altitud, de forma, que la temperatura disminuye unos 0.5º C por cada 100 m de elevación. Este gradiente se manifiesta de forma bastante regular en la región y, junto con la influencia del mar, explica una buena parte de la distribución regional de las temperaturas, según puede observarse en los mapas de temperaturas (Felicísimo, 1980, 1990).

Sobre los efectos generales de la oceanidad y altitud se superponen otros efectos locales que conducen finalmente a una notable variedad térmica del clima asturiano. Por ejemplo, el relieve tiene una notable influencia en la radiación solar que se recibe, y establece fuertes contrastes entre las laderas en función de su orientación y pendiente. Las diferencias entre laderas han sido ya calculadas en algunas zonas mediante modelizaciones matemáticas y se ha mostrado pueden ser extraordinariamente importantes, especialmente si no sólo se considera el efecto de la pendiente y orientación sino también el de las sombras (Fernández Cepedal y Felicísimo, 1987).

Otro fenómeno de gran interés que se presenta en localidades situadas en los fondos de valles más o menos amplios es el de las inversiones térmicas de superficie. Cuando las condiciones son favorables (noches despejadas y ausencia de viento), las capas de aire situadas sobre el suelo se enfrían intensamente durante la noche por irradiación. Se forman así en el fondo de los valles verdaderos lagos de aire frío que, al ser más denso que el circundante, forma estructuras estables que sólo se romperán al día siguiente, cuando la insolación haya calentado el suelo. Fenómenos de este tipo son muy frecuentes y conocidos en zonas despejadas como Llanera, donde se añaden las nieblas de irradiación al descender la temperatura por debajo del punto de rocío.